lunes, agosto 23, 2010

Me gusta la gente...


Me gusta la gente

Fernando Soto Aparicio*

Me gusta la gente que no le pone obstáculos a la vida, y que por el contrario vive derribando las alambradas, rellenando los baches y haciendo que el camino sea fácil para todos;

y la que en vez de cerrar las manos para formar un puño las abre para manifestar una bienvenida;

y la que convierte los gritos de ira de los otros en una canción de esperanza y de felicidad para todos;

y la que deja las puertas abiertas, los salones iluminados, los caminos sin maleza y los sentimientos sin el camuflaje de las máscaras.

Me gusta la gente que no enseña mandamientos sino que distribuye sugerencias destinadas a limarle a la vida sus aristas difíciles,

y la que siembra sueños para que cosechemos ilusiones,

y la que construye aljibes para guardar el milagro de las lloviznas con destino a las futuras épocas de sequía,

y la que sabe jugar a las canicas con las lágrimas petrificadas que producen las amarguras más enormes,

y la que no tiene miedo de sus palabras porque las ha convertido en la música del diálogo y de la convivencia,

y la que levanta castillos de fraternidad con los adobes que dejaron abandonados la maledicencia y la envidia,

y la que sabe jugar en los recreos y habla del paraíso en los velorios y canta en la soledad de los caminos para que se nos acorten las distancias.

Me gusta la gente que no le teme a la generosidad y que es capaz de compartir el pan y la confianza,

y la que edifica un castillo de arena para que lo habiten los peces elementales de los últimos sueños,

y la que frente a la tropa del dolor muestra los abanderados de la fortaleza,

y la que reparte a manos llenas lo que no tiene porque sabe que lo importante no es regalar lo que nos sobra sino ofrecer lo que a los demás les hace falta.

Me gusta la gente que tiene el valor de reconocer sus limitaciones y sus propios errores, y a la que no le tiembla la voz cuando pide perdón humildemente.

Me gusta la gente que se equivoca, la que es capaz de redactar una enmienda, la que intenta pintar un paisaje aunque no tenga manos, la que trata de cantar una canción aunque no tenga labios, la que da amor y ternura y entendimiento aunque las circunstancias la hayan dejado sin corazón.

Me gusta la gente que no le dice que no a nada, la siempre dispuesta, la eternamente lista,

y la que se la juega toda sin esperar ganancias,

y la que no le pone talanqueras a los potreros donde pastan sus recentales,

y la que tiene callos en las manos de tanto estrechar las manos de los amigos y de los enemigos con la misma dosis de comprensión y de ternura,

y la que a las maldiciones que escucha las envuelve en bendiciones para que nadie sepa cómo fueron en sus malos momentos,

y la que es horizonte sin frontera, mar abierto, campo roturado, abrazo interminable.

Me gusta la gente que llena el planeta de fuerza positiva, la que construye, la que levanta, la que amplía, la que multiplica las posibilidades de realización, la que se entrega, la que nos reafirma que la vida es maravillosa e irrepetible, y que debemos vivirla con la mayor intensidad posible para que entre todos seamos capaces de construir una esperanza que no mienta y una felicidad que nos sobreviva.

Me gusta la gente. Toda la gente. Aun la que no debería gustarme, porque no pierdo la esperanza de que un día se colocará del mismo lado de todos los que estamos acometiendo la tarea de hacer más hermoso y más vivible el mundo. - (De la novela La noche del girasol, próxima a aparecer)

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* Fernando Soto Aparicio, escritor colombiano, autor de más de 50 obras literarias (novelas, cuentos, poesía, ensayos) y más de 5 mil guiones para televisión. Sus novelas han obtenido importantes premios internacionales y traducidas a cerca de 20 idiomas.

domingo, agosto 22, 2010

Ancha es la Puerta


de Benjamín González Buelta, S.J


“Ancha es la puerta

- de los centros comerciales para adictos refinados;

- de los hoteles de lujo para le élite del negocio y del poder;

- de los que acuden a lavar los dólares del narcotráfico;

- de los sepulcros vacíos que cultivan fachadas y apariencias.


Estrecha es la puerta

- de los que sirven en las residencias millonarias;

- de los calabozos que reprimen a los justos;

- de los ranchos construidos con material de desperdicio;

- de las decisiones solidarias con los oprimidos.


Ancho es el camino

- de los latifundios que se pierden en el horizonte baldío;

- de las autopistas hacia las playas exclusivas;

- de la corrupción que se pasea en carros de lujo;

- de las multitudes domesticadas por la costumbre.


Estrecho es el camino

- de los que hunden la pala en los cimientos de los grandes edificios;

- de los callejones en los barrios marginados;

- de la nueva justicia abierta en medio de la selva legal;

- del futuro del Reino que no es noticia en ningún periódico.


Ancho es el camino

- que lleva a los sumos sacerdotes al templo de Jerusalén;

- de la casa de Herodes construida con impuestos populares;

- del palacio imperial de Pilato;

- de las aclamaciones de las multitudes ahítas de pan.


Estrecho es el camino

- que va de Belén a la cueva de los pastores;

- que sigue Jesús hacia los poblados perdidos de Galilea;

- que sube hasta el monte de la Transfiguración;

- de la callejuela que atraviesa Jerusalén y llega hasta el Calvario;

- de la decisión que conduce hasta Getsemaní en medio de la noche”.


Amplia es la calle que lleva a la perdición.


Qué estrecho es el callejón que lleva a la vida”