lunes, noviembre 17, 2008

Que tristes y solos se quedan los muertos… Jorge Manrique (quizás)


Pisas rojo, pasas negro, brincas agua, charcos de sangre requemada, espuma blanca y luz amarilla, estrobos rojos, azules y blancos, amarillos de torretas y ulular de sirenas, órdenes inconexas y caminar sin concierto.

Partes humanas se visten de calor y de fuego, las apartas para llegar al que te necesita, al olor acre y humano de quemado, pelo, piel y carne irreconocibles en amasijos sin rostro ni sexo. En espumas que cubren y hacen resbaladizas las superficies donde trabajas, manos que te apoyan y a las que ayudas, cadenas humanas sin rostro, bajo cascos y focos, corazones valientes debajo de pieles oscuras y chaquetones viejos, botas que pisan fuerte, compañerismo y humor negro.

Sabes que había más de una persona por el olor y por las siluetas en la tapicería del coche o en la pared, un niño quizás, una madre seguro… una familia perdida, una memoria que se ha detenido para siempre. Historias sin fin, terminadas de cada lado de la vía.

Algunos volveremos esta noche a camas solas, a noches sin hablar, sin comprensión… otros seguirán su camino tratando de no pensar, mañana una vez más el dolor y el sufrimiento nos vendarán los ojos.

Algunos volverán, otros ya nunca llegarán a casa. Ni solos ni acompañados.

No hay comentarios.: